Armenta se impone: saca a zavalista de la jugada
Por Erika Rivero Almazán martes, 20 de mayo de 2008 Los Conjurados
Los priístas amanecieron con una noticia que sobresaltó a más de uno y que deja en claro cuál será la política que reine en el PRI estatal de ahora en adelante: quien no respete jerarquías y no acate órdenes, se va, independientemente del ‘padrino’ que tenga.
Aunque sean zavalistas.
Se va.
De patitas en la calle.
Y es que a Alejandro le salió lo Armenta cuando se entrevistó con Fernando Camargo Meza, presidente de la Comisión de Procesos Internos del Consejo Político Estatal.
Fernando Camargo, confiado por el respaldo incondicional de Javier López Zavala, actual secretario de Desarrollo Social y bautizado como el delfin del sexenio, le dio un ultimátum a Armenta: o lo elevaba de rango en el organigrama del PRI, tal y como se lo habían prometido desde el pasado proceso electoral, o se atenía a las consecuencias.
Según Camargo, el partido tenía una gran deuda con él a raíz de su desempeño en el pasado electoral, cuando amarró varias candidaturas en el interior del estado, acción que lo convirtió en protagonista de varias columnas periodísticas que lo acusaron de ‘vender’ los puestos de elección popular, así como de una que otra chambita poco honrosa.
Para Fernando Camargo había llegado el momento de cobrar los favores, incluso, le dijo a Armenta que el periodo de espera era una total falta de respeto a su trayectoria política, por lo tanto, exigía una respuesta en ese momento.
Fue obvio que Camargo no consideró suficiente pago la diputación local para su esposa, Maninalli García.
Armenta, suele portarse sereno en este tipo de contratiempos y contó hasta 10.
Se limitó a preguntarle qué posición quería.
Camargo no fue timorato y pidió puestos de primer nivel, vitales para la gran operación política electoral del partido: la Secretaria de Organización, o de a perdis, la Secretaria de Elecciones (de ésta ya ha sido titular como 4 veces).
Armenta respondió que no.
Obvio: sólo gente de su absoluta confianza ocupa esos lugares, no disponibles para recomendados, aunque sean de López Zavala.
Fue cuando Camargo montó en cólera y amenazó con denunciar las serie de irregularidades con las llegó Armenta a la presidencia del CDE, en referencia a que su designación no paso por la Comisión de Procesos Internos, como lo marcan las reglas del partido.
Armenta contó otra vez hasta 10: le explicó que los puestos de primer nivel eran para promover nuevos valores.
Era un eufemismo: por supuesto que Armenta busca nombres nuevos que no estén embarrados de lodo.
La respuesta de Fernando Camargo fue un azotón de puerta.
Ese fue su último desplante como presidente de la Comisión de Procesos Internos.
Y es que este lunes, sin Camargo saberlo, fue removido de su cargo, una vez que Armenta tomó la protesta del nuevo presidente de la Comisión: Carlos Barrientes de la Rosa, en quien ahora recayó la responsabilidad de renovar y asignar a los nuevos consejeros políticos nacionales de Puebla.
Fue así como un importante zavalista se quedó fuera la jugada.
Y Armenta se impuso para que a nadie le quepa dudas quién manda en el PRI.
La maniobra
¿Qué cómo le dieron cuello a Fernando Camargo?
Fue sencillo.
Gildardo Ayala, secretario técnico citó a todos los integrantes de la Comisión de Procesos Internos para explicarles que Camargo no cumplía su trabajo: no acudía a las juntas, no iba ni a su oficina ni acudía a las reuniones del CEN del PRI, por tanto, era urgente que las comisionados votaran por un nuevo presidente.
Mónica Naude, la exregidora Catalina López, el expresidente del CDE del PRI y exdirector de Colegio de Bachileres, Carlos Barrientos de la Rosa, el director de aeropuertos en la época melquiadista Octavio Ferrer, el director jurídico del ayuntamiento Juan Jesús Limón y el subsecretario de la Sedesol, Juan Carlos Lastiri, realizaron su votación express: Barrientos de la Rosa fue el elegido.
Fin de la historia.
Por Erika Rivero Almazán martes, 20 de mayo de 2008 Los Conjurados
Los priístas amanecieron con una noticia que sobresaltó a más de uno y que deja en claro cuál será la política que reine en el PRI estatal de ahora en adelante: quien no respete jerarquías y no acate órdenes, se va, independientemente del ‘padrino’ que tenga.
Aunque sean zavalistas.
Se va.
De patitas en la calle.
Y es que a Alejandro le salió lo Armenta cuando se entrevistó con Fernando Camargo Meza, presidente de la Comisión de Procesos Internos del Consejo Político Estatal.
Fernando Camargo, confiado por el respaldo incondicional de Javier López Zavala, actual secretario de Desarrollo Social y bautizado como el delfin del sexenio, le dio un ultimátum a Armenta: o lo elevaba de rango en el organigrama del PRI, tal y como se lo habían prometido desde el pasado proceso electoral, o se atenía a las consecuencias.
Según Camargo, el partido tenía una gran deuda con él a raíz de su desempeño en el pasado electoral, cuando amarró varias candidaturas en el interior del estado, acción que lo convirtió en protagonista de varias columnas periodísticas que lo acusaron de ‘vender’ los puestos de elección popular, así como de una que otra chambita poco honrosa.
Para Fernando Camargo había llegado el momento de cobrar los favores, incluso, le dijo a Armenta que el periodo de espera era una total falta de respeto a su trayectoria política, por lo tanto, exigía una respuesta en ese momento.
Fue obvio que Camargo no consideró suficiente pago la diputación local para su esposa, Maninalli García.
Armenta, suele portarse sereno en este tipo de contratiempos y contó hasta 10.
Se limitó a preguntarle qué posición quería.
Camargo no fue timorato y pidió puestos de primer nivel, vitales para la gran operación política electoral del partido: la Secretaria de Organización, o de a perdis, la Secretaria de Elecciones (de ésta ya ha sido titular como 4 veces).
Armenta respondió que no.
Obvio: sólo gente de su absoluta confianza ocupa esos lugares, no disponibles para recomendados, aunque sean de López Zavala.
Fue cuando Camargo montó en cólera y amenazó con denunciar las serie de irregularidades con las llegó Armenta a la presidencia del CDE, en referencia a que su designación no paso por la Comisión de Procesos Internos, como lo marcan las reglas del partido.
Armenta contó otra vez hasta 10: le explicó que los puestos de primer nivel eran para promover nuevos valores.
Era un eufemismo: por supuesto que Armenta busca nombres nuevos que no estén embarrados de lodo.
La respuesta de Fernando Camargo fue un azotón de puerta.
Ese fue su último desplante como presidente de la Comisión de Procesos Internos.
Y es que este lunes, sin Camargo saberlo, fue removido de su cargo, una vez que Armenta tomó la protesta del nuevo presidente de la Comisión: Carlos Barrientes de la Rosa, en quien ahora recayó la responsabilidad de renovar y asignar a los nuevos consejeros políticos nacionales de Puebla.
Fue así como un importante zavalista se quedó fuera la jugada.
Y Armenta se impuso para que a nadie le quepa dudas quién manda en el PRI.
La maniobra
¿Qué cómo le dieron cuello a Fernando Camargo?
Fue sencillo.
Gildardo Ayala, secretario técnico citó a todos los integrantes de la Comisión de Procesos Internos para explicarles que Camargo no cumplía su trabajo: no acudía a las juntas, no iba ni a su oficina ni acudía a las reuniones del CEN del PRI, por tanto, era urgente que las comisionados votaran por un nuevo presidente.
Mónica Naude, la exregidora Catalina López, el expresidente del CDE del PRI y exdirector de Colegio de Bachileres, Carlos Barrientos de la Rosa, el director de aeropuertos en la época melquiadista Octavio Ferrer, el director jurídico del ayuntamiento Juan Jesús Limón y el subsecretario de la Sedesol, Juan Carlos Lastiri, realizaron su votación express: Barrientos de la Rosa fue el elegido.
Fin de la historia.